RENOVAR LA COMUNICACIÓN
Es innegable que la comunicación es un elemento indispensable para la vida humana, ya que gracias a ella podemos lograr interacción social y sin esta, nuestra existencia sería aislada, lo que traería consecuencias psicoafectivas y sociales graves.
La comunicación es tan importante que fue, junto con otras capacidades físicas como el dedo prensil, uno de los elementos que nos permitió como especie, dar el salto evolutivo distinguiéndonos de los demás primates; esto nos lo transmite Juan Luis Arsuaga, paleontólogo español, que se ha adentrado en el estudio de las pinturas rupestres, como forma comunicativa, y nos aclara que la función de estas, era plasmar su cotidianeidad y tenían más importancia de la que se conoce comúnmente, ya que eran los miembros de la comunidad más capaces, los que tenían el privilegio de pintar en las paredes de la cueva, es decir, existía una selección en la que algún miembro era privilegiado para comunicar.
Las formas comunicativas desde entonces han cambiado conforme lo van haciendo las sociedades y la cultura, por ejemplo el lenguaje, que es una de las formas más comunes de comunicación, ha evolucionado sustancialmente. Si escuchamos canciones escitas en los años cincuenta, vemos que utilizan el lenguaje de modo muy propio, las palabras y las formas de redacción tienen una extensión y ritmo cadencioso y el vocabulario es sumamente extenso. Si hoy un joven escucha esas canciones, le parecerá que el uso del lenguaje es muy distinto y con seguridad desconocerá el significado de muchas de las palabras, aunque se trate de su mismo idioma; esto porque lo que sucedió con el lenguaje en el transcurso de estos años, fue que culturalmente tendió a reducirse e inclusive a convertirse en representaciones gráficas como los emojis, pareciera que de algún modo volviéramos a los símbolos como representaciones gráficas comunicativas, parecidas a las que mencionábamos en las cuevas prehistóricas.
Hoy en día no podemos hablar de comunicación sin que esté estrechamente relacionada con la tecnología, durante las últimas décadas este binomio se ha convertido en una herramienta con doble filo, que puede utilizarse tanto para plasmar acuerdos que logren grandes proyectos o mejoras, como para destruir la integridad de una persona, aquí radica la fuerza de la palabra, es un arma que construye o destruye según como se le use, lo que es verdad es que ninguna palabra se la lleva el viento, una sola de ellas puede levantar la autoestima de una persona como sembrar el más grande rencor.
Está entonces en cada uno de nosotros decidir renovar la comunicación, llevarla de un uso reactivo para demostrar que se tiene siempre la razón, a realizar un esfuerzo constante para hacer de ella un elemento al servicio de la bondad y por ende de una mejor sociedad.
Por: Montserrat Martínez / Freelancer colaborador de teamin´up